El cierre y la pérdida de protagonismo de las librerías "de toda la vida".
Barcelona, 10 de octubre de 2014.
Por Elvira Carmona, Sara Centellas, Eduard Cortines, Saray Cruz y Júlia Gasull
Numerosas librerías prestigiosas han bajado sus persianas, y otras como la Llibrería Sant Jordi están a punto de hacerlo sin el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona. La crisis y el nuevo paradigma tecnológico pueden provocar cierres, pero la coexistencia aún es posible.
La oleada de crisis económica española no ha dejado la literatura intacta, ha sido otra víctima del sector cultural que ha visto menguar sus ingresos. Tanto la crisis como la inminente irrupción de las nuevas tecnologías han favorecido un descenso de las ventas y una menor presencia de las librerías, sobre todo las "de toda la vida". Esas eran las puertas a la cultura y han puesto a disposición del cliente una selección hecha, pensada y destinada a la clientela más próxima. Así pues, sin esta cultura literaria de proximidad, ¿en qué se verá afectada la cultura?
La oleada de crisis económica española no ha dejado la literatura intacta, ha sido otra víctima del sector cultural que ha visto menguar sus ingresos. Tanto la crisis como la inminente irrupción de las nuevas tecnologías han favorecido un descenso de las ventas y una menor presencia de las librerías, sobre todo las "de toda la vida". Esas eran las puertas a la cultura y han puesto a disposición del cliente una selección hecha, pensada y destinada a la clientela más próxima. Así pues, sin esta cultura literaria de proximidad, ¿en qué se verá afectada la cultura?
Librería Canuda cerrada
Fuente: Elvira Carmona García
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En Cultura y tecnología: los retos de la producción cultural en la era digital, de Teresa Iribarren, Olívia Gassol y Eduard Aibar, se busca la reflexión del cambio en el sector sin dejar la esencia de su pasado. En uno de sus diez artículos, se define el libro así: “es un concepto muy amplio de palabra, concebido como a conjunto de prácticas simbólicas que constituyen la experiencia humana y incluye el conocimiento y la educación”. De la misma manera, reflexionan sobre la librería como institución, respecto a la gran y global distribuidora de Internet, en defensa de éste y su papel como agente sociocultural: “sirve como agente mediador del patrimonio del libro como bien común intangible”.
En esta línea habla Silvia Díaz, profesora de primaria que resalta que: “una librería con historia cerrada es un insulto a la cultura. En el centro de Barcelona hay espacios que tienen libros que ni te imaginas, y su espacio está habilitado a la lectura, ambientado con una atmósfera de historia que da más valor a la experiencia”. Y no sólo por el espacio la experiencia deja de estar entre cultura de siglos, y es que ahí entra la figura del librero. El escritor y blogger de El País, Jordi Carrión, ya ubica diferentes librerías en el mundo con historia, y en todas incluye una conversación exhaustiva con sus propietarios, vividores de retaguardias en trincheras comunistas, descendientes de paredes polvorientas y centenarias o segundas casas de quienes no aman los libros pero les encanta charlar con quién está detrás del mostrador. Mario Amadas, licenciado en Humanidades y devorador de libros que luego comparte en su blog Con mis queridos amigos, confesa que “la librería tiene un punto humano, al poder hablar con el librero y que él te aconseje y tú escucharlo. En Internet o las grandes superficies esto no te sucederá”.
Una de estas librerías con "un punto humano" es la Llibreria Sant Jordi de Barcelona, situada en Carrer de Ferran 41. Su responsable, Josep Morales, contempla desde hace más de un año la posibilidad de cerrar la librería, forzado por el incremento desmesurado de los alquileres en la zona. Para luchar contra la “Llei d’Arranjaments Urbans” Josep piensa que lo fundamental sería una modificación de ésta.
Josep Morales, responsable de la Llibreria Sant Jordi
Fuente: Elvira Carmona García
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A pesar de que ya hace casi un año desde que el responsabl se puso en contacto con el Ayuntamiento por tal de que su negocio fuese amparado por el “Pla Específic de Protecció i Suport als Establiments Emblemàtics”, todavía no han recibido respuesta y la Llibreria Sant Jordi podría ser una más en el cementerio de los establecimientos emblemáticos olvidados. Y eso es precisamente lo que los documentalistas Teresa Marín García y Enrique Salom quieren evitar. Por este motivo estos productores audiovisuales valencianos crearon el Petit Comité de Resistencia Audiovisual, para dar voz a las historias de resistencia cultural, como la de la familia Morales, que a pesar de la situación siguen apostando por esta librería emblemática. Y, en el caso de que el negocio tuviese que cerrar, Josep tiene claro que su futuro laboral estaría encarado también a la venta de libros.
Enrique Salom y Teresa Marín, documentalistas impulsores de Petit Comité de Resistencia Audiovisual
Fuente: Elvira Carmona García
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Trabajando en el nuevo proyecto de Petit Comité de Resistencia Audiovisual. De izquierda a derecha: padre de Josep Morales, cliente habitual de la librería, Teresa Marín, Enrique Salom, Josep Morales.
Fuente: Elvira Carmona García
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la adquisición de libros por internet
A diferencia de Gonzalo, Marta Pradell, otra lectora joven, prefiere el formato papel y no usa el libro digital. Declara que “acostumbro a comprar libros en librerías como Abacus o Fnac, porque hay más oferta que en las más pequeñas, pero también compro en Internet desde Amazon o directamente a la editorial si son para la universidad”. La compra por Internet le ofrece descuentos y la comodidad de no desplazarse. Esto no es cosa de jóvenes, Stijn Teeuwen, un lector holandés que reside en Cataluña, compra unos diez libros anuales, un 60% en librerías y un 40% online. Explica que el caso de su mujer es distinto; “compra un promedio de dos libros por semana: aproximadamente un 70% en papel y un 30% en e-books, y de los libros que compra en papel compra un 70% en librerías y un 30% online”. Las nuevas tecnologías suponen un cambio en el consumo de literatura y, como en el caso de la prensa, se requiere encontrar un nuevo modelo de negocio que evite el consumo gratuito de cualquier obra o trabajo.
Y es que no hay una bajada de ventas que indique tanto que se deja de leer, sino que se lee por otras vías y se compran libros por otras vías. La tendencia al descenso del número de libros físicos vendidos es evidente con el paso de los años, como muestra la octava edición del Barómetro deventas de las librerías en España de CEGAL y del Gobierno de España.
Todas las comunidades, ciudades y municipios han sufrido la caída en picado de ventas en librerías, que entre la crisis y este cambio de paradigma se ven forzadas a cerrar. Como es el caso de la Librería Canuda de Barcelona, la cual sirvió de inspiración al escritor Carlos Ruiz Zafón para describir “El Cementerio de los Libros Olvidados”, un lugar clave en su obra La sombra del viento. En pocos meses, ahí donde disfrutábamos de la librería que inspiró a Zafón encontraremos una tienda de Mango.
Mango ocupará el lugar donde estaba la antigua librería Canuda
Fuente: Elvira Carmona García
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Este mapa nos ubica muchas de esas librerías que han cerrado causando un gran ruido mediático :
“El libro ha dejado de tener un papel central en la cultura”, Anna Manso
Anna Manso, escritora de cuentos barcelonesa, cree que las ventas han bajado espectacularmente: “en literatura infantil y juvenil, que hasta ahora era la única parte de la literatura que aguantaba bastante, este año la bajada ha sido de un 30%". Para ella el cierre de librerías no solo se apoya en un motivo sino en varios: “El primero es la ley de arrendamientos; muchas librerías que estaban ubicadas en locales que ahora están muy solicitados no han podido soportar las subidas astronómicas de alquiler”. Este es el caso de la librería Documenta que optó por cambiar su local. También según Manso es una consecuencia directa de que el libro haya dejado de tener un papel central en la cultura. La percepción es local, y se muestra tanto en redes sociales como en estudios de educación y defensores humanistas. Para futuros esperanzadores, como el proyecto de un nuevo estado en Cataluña, también hay demandas en este tema.
el papel de las administraciones
La inversión en cultura ha disminuido, en parte por la generalizada bajada de presupuestos autonómicos y estatales. En el ámbito de la distribución de libros, el año pasado el Departamento de Cultura y el Gremio de Libreros de Cataluña puso en marcha proyectos como la base de datos Libridata, y en mayo firmaron un convenio para que las bibliotecas también vendieran libros en papel y digitales. A la vez, las bibliotecas tendrán estanterías que serán un escaparate de las librerías de proximidad, para que éstas no dejen de perder su función de institución local y de oferta cultural. También desde las administraciones locales se deberia dar apoyo ante la innegable oleada de librerías históricas que cierran.
"Debemos aprender a coexistir", Mario Amadas
El lamento cultural no es nada menos que evidente, y difícil en una era de cambios en el paradigma. La corriente del determinismo tecnológico ya vaticina que las nuevas tecnologías cambiarán por completo el modelo antiguo, y con ello se llevará las librerías. Aun así, las transiciones pueden ser largas o cortas, y los escépticos todavía tienen argumentos a favor. Las humanidades tienen a su favor su supervivencia a lo largo de los cambios sociales, no sin evolucionar. Marshall McLuhan ya lo dijo con Gutemberg, que "revolucionó la producción y distribución de libros, cambiando los procesos cognitivos de una cultura que era básicamente de transmisión oral". Mario Amadas defiende que puede encontrarse un equilibrio entre ambas realidades, "debemos aprender a coexistir". Debemos continuar ayudando a subsistir a las librerías porque estas tienen un papel fundamental en la cultura, en especial la local, dónde se puede leer y ser aconsejado, conversar y participar en actos culturales, como una institución. Silvia Díaz lo tiene claro para solucionarlo: "estas librerías, en lugar de cerrarlas, ¡deberían subvencionarlas!".
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